Entré a la misteriosa cámara con la extraña sensación de ser el primero que pisaba los escalones en mil años. Traté de verla con los mismos ojos con que la vieron los sacerdotes de Palenque al dejar la cripta; quería borrar los siglos y escuchar las vibraciones de las últimas voces humanas; me esforzaba en comprender el mensaje que los antiguos mayas nos habían dejado inviolado. A través del impenetrable velo del tiempo, buscaba el imposible lazo de unión entre sus vidas y las nuestras.
Alberto Ruz, Lhuiller. A propósito del descubrimiento de la tumba de Pakal, en 1952.
Del 300 al 900 de nuestra era, en lo espeso de la selva, las sorprendentes metrópolis mayas se erigieron en verdaderas ciudades-estado que establecieron alianzas, libraron mutuas batallas, dominaron territorios y vidas y crearon formas culturales que todavía no se nos revelan por completo.
El influjo que ejerce esta enigmática cultura ha motivado el desplazamiento de investigadores especializados y viajeros provenientes de diversas partes del mundo, ávidos de conocer la magnificencia de esta civilización, a través de los vestigios arqueológicos explorados, así como de los muchos que aún quedan por descubrir.
Chiapas, a más de la increíble belleza de sus paisajes, sus pueblos pintorescos, sus soberbios monumentos coloniales, ofrece los majestuosos vestigios de la antigüedad mesoamericana, cuya riqueza y variedad se funden con el perenne verde y los sonidos de la selva.
No es suficiente un viaje para poder admirar de golpe el presente y el pasado de la cultura maya en Chiapas. La seducción permanece. |