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(Tiempo de Visita: 2 Horas)
Se puede llegar a Yaxchilán por avión o por lancha y el viaje se combina normalmente con una visita a Bonampak..
En el margen izquierdo del caudaloso río Usumacinta, se encuentra la zona arqueológica de Yaxchilán, prisionera de la selva virgen. El manto de jungla que la cubre parece mantener los lujosos palacios y numerosos templos en un mundo hechizo. Solamente las variadas aves y los invisibles monos, rompen con gritos su silencio de piedra.
Despegando después de disiparse la niebla del amanecer, el trayecto ofrece un espléndido panorama. Al cruzar la Meseta Central de Chiapas se aprecian los milenarios asentamientos indígenas tzeltales y tzotziles, con sus tradicionales casas techadas con palma o zacate. An en trar en terra caliente, comienza una tupida selva, verdadero océano vegetal de maderas preciosas que crecen sobre colinas.
Sorpresivamente aparecen varios lagos color azul turquesa con bordes verde esmeralda. Ese territorio, donde la vida es muy difícil, está habitado por el grupo étnico de los Lacandones, quienes acostumbran a andar descalzos y con el pelo largo hasta los hombros y a rendir homenaje a Hachgakyum -su principal deidad-.
Yaxchilán, descubierta por Jacobo de Alcayaca hace tres siglos, floreció durante unos 300 años. La estela 27 contiene la fecha 514 d.c. la que probablemente marca el inicio de su esplendor.
La gran metrópoli maya adopta la forma que le impone la topgrafía. La visita se inicia por una vereda flanqueada por varios montículos cubiertos por exuberante vegetación, que conduce a un oscuro túnel, dentro de un templo de una majestuosa plaza rodeada de plataformas ceremoniales y escalinatas, apareciendo entre robustas ceibas y amates un mundo misterioso de grabados en diteles, inscripciones jeroglíficas y grandes estelas.
Conjunto de la Izquierda.
Caminando conforme a las manecillas del reloj, es fácil imaginar el recorrido que efectuaban los gobernantes con su séquito por esta lujosa zona de adoratorios y residencias durante el florecimiento de la ciudad. (s. VI al VII d.c.)
Conjunto a la Derecha.
Destaca el primer templo de enfrente, sobre la ladera, el de las Ofrendas de Aves por la calidad de sus dinteles labrados en las tres puertas: la delicada proyección de las figuras de dioses, sacerdotes y mujeres lujosamente vestidos, al recortarse nítidamente del fondo, producen un claroscuro magistral. El adoratorio siguiente, actualmente protegido por una lámina, fue severamente dañado cuando algún saqueador serró los tallados en piedra. El tercer monumento de esta plataforma tiene dos crullas techadas con bóvedas escalonadas, curiosa sofisticación del arco maya.
Gran Acrópolis.
Subiendo una elevada pendiente por la parte trasera de este último monumento, se descubre una estructura con amplísimas habitaciones. La decoración de la fachada es a base de cabezas de serpiente muy estilizadas.
Estructura 33.
Ascender por la cima posterior al templo protegido bajo una techumbre de lámina a través de las ruinas de una amplia escalinata. Tras una cortina frondosa, se encuentra una elegante y ligera crestería calada. En el interior hay una escultura que representa a una deidad de rasgos muy extraños, con la cabeza rota y separada del cuerpo. Hoy en día los lacandones veneran esta imagen y creen que cuando la cabeza se vualva a colocar en su sitio, el mundo completo se derrumbará. La cosmovisión de estos indígenas tiene un profundo sentido apocalíptico.
Acrópolis del Sur.
300 metros al suroeste de la Estructura 33. Camino a campo traviesa.
Está formada por el conjunto de tres adoratorios vesibulados por altares circulares y varias estelas notablemente esculpidas.
La importancia de Yaxchilán no radica solamente en la belleza de arquitectura, sino también en sus 124 textos distribuidos en 30 estelas, 21 altares, 59 dinteles y siete inscripciones diversas.
Las estelas están talladas en bajorrelieve y los dinteles esculpidos en un estilo extraordinariamente fino con escenas de grandes jefes prisioneros, como el célebre dintel 26, que representa a dos personajes, uno de los cuales entrega al otro lo que parece ser un casco en forma de cabeza de tigre o jaguar.
Preciísamente esta escena fue el punto de partida de una investigación de Tatiana Prokovriakoff, sobre escenas narrativas y jeroglíficos que cubren el nacimiento y ascenso de una poderosa dinastía "jaguar". La figura principal de esta narración pétrea es un indivíduo llamado "Jaguar - Pájaro", cuyas hazañas militares contra un adversario conocido como "Cráneo Enjoyado" están claramente representados en las estelas y dinteles de Yaxchilán.
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