Desde la antigüedad, una de las piedras más preciadas para los pueblos de Chiapas es el ámbar, una resina fósil, de color amarillo que presenta diversas tonalidades dependiendo si contiene otros minerales o carbones.
El ámbar tiene la propiedad de acumular electricidad. Los chiapanecos le confieren los atributos de proteger a los niños del "mal de ojo"; propiciar la buena suerte; detener y rechazar el mal y estabilizar la energía positiva de la persona que lo porta.
En Chiapas existen yacimientos de ámbar en las municipios de Simojovel, Hitiupán y Totolapa.
Los artesanos chiapanecos se esmeran en el pulido de las piezas para aprovechar su luminosidad. Con técnicas tradicionales elaboran: "gotas de agua", pies, manos, corazones, cruces, grosellas, chupones, animales, flores y muchos más, para crear dijes, pulseras, collares, entre otras. Recientemente se ha incursionado en la escultura en ámbar.
Las piedras pulidas y fqacetadas pasan a manos de los joyeros y son engarzadas en oro o en plata.
La joyería es trabajada en laminado, martillado, cincelado, repujado y fundido o con la técnica de "cera perdida". Su máxima expresión se alcanza en la filigrana.
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