Otras maneras de disfrutar el viaje por Chiapas son las que ofrecen las rutas de los valles centrales. Una es el turismo de aventura y deportivo; otra el turismo rural, una más la visita a lugares que combinan su belleza natural con la significación sagrada de antiguas civilizaciones.
El turismo de aventura tiene dos destinos de primera: los cañones del Sumidero y Río La Venta. En el primero puede practicarse rappel, senderismo, kayak, natación, pesca. El segundo es ideal para rappel, espeleología, rafting.
Pero hay más. Están por ejemplo las grutas, tanto dentro del Parque Nacional Cañón del Sumidero como las de Guaymas, o la alternativa de observación de flora y fauna en las reservas: la selva se muestra en todo su esplendor en la Reserva de la Biosfera Selva El Ocote o en el parque Laguna Bélgica, mientras que la Reserva de la Biosfera de La Sepultura posee una gama que va desde los bosques de pinos a las selvas bajas.
El turismo rural tiene como principal aliciente la visita a las antiguas haciendas o fincas que constituyen hitos en la historia de Chiapas de la colonia y el siglo XIX, a más de ser parte importante del patrimonio construido del estado.
El valle de Cintalapa y Jiquipilas es especialmente rico en grandes casonas de amplios corredores, altas chimeneas,las fincas son de propiedad privada, la hospitalidad de los chiapanecos le permitirá acercarse a un capítulo muy importante del desarrollo histórico de los pueblos de Chiapas. En su momento de esplendor, en las fincas se producía maíz, frijol, cacahuate, añil, cochinilla, henequén, madera y ganado.
Los valles centrales fueron asiento, en la época prehispánica, de dos grandes culturas, la zoque y la chiapaneca, ambas otorgaron a su entorno un significado que hizo del paisaje una conexión con las deidades del cielo y del agua, del viento y la tierra. Recorrer los sitios de la geografía sagrada le da un nuevo sentido al viaje por Chiapas. El cerro de La Chumpa en Jiquipilas, el cerro Mactumactzá —vigía de Tuxtla Gutiérrez—, los cañones de Río La Venta y el Sumidero, son refugios sacros cargados de leyenda y devoción.
Con lo sagrado está vinculada otra de las alternativas para disfrutar los viajes por los valles centrales. Se trata de los antiguos rituales zoques y chiapanecas, que sobreviven en la modernidad del siglo XXI. En el primer caso están las festividades de las Vírgenes de Copoya en Tuxtla Gutiérrez, también el Belén zoque en la misma capital que recuerda los rituales propiciatorios agrícolas o la celebración del carnaval en Ocozocoautla. En el segundo, la danza del Calalá en Suchiapa, una representación de la lucha de los ja-guares del inframundo contra las fuer-
recoletas capillas. Aunque gran parte de zas celestiales.
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