Dada la importancia de las ruinas de la ciudad maya de Yaxchilán, cuyo nombre significa "piedras verdes", así como por su riqueza biológica, esta parte de la Selva Lacandona fue decretada el 21 de agosto de 1992 como Monumento Natural. Su superficie es de 2,621 hectáreas, y se ubica en el municipio de Ocosingo. Predominantemente se encuentra cubierta por selvas mediana y alta perennifolia, con especies como el cedro rojo, la caoba, la ceiba y el camón. También presenta vegetación de zonas inundables como jibales y sibales y vegetación asociada a ríos. Alberga numerosas especies de animales como jaguar, ocelote, tapir, mono araña, saraguato, guacamaya roja y águila arpía, esta última endémica de la región, así como cocodrilos de río y de pantano. Las actividades que se pueden realizar son las relacionadas con la investigación, protección y conservación de los ecosistemas y zonas arqueológicas del área.
La observación de la selva tropical tiene mucho que ver con la concepción universal de la cultura maya. Este ecosistema sirvió de sustento a su máximo desarrollo y, en tiempos modernos, de protección a sus invaluables vestigios. De ahí la importancia del simbolismo dado a las ceibas, que en la cosmovisión maya devinieron representaciones vivientes del eje del universo; raíces, tronco y copa de estos altísimos árboles no solamente son una muestra de los niveles de distribución de la fauna y la flora menor dentro de la selva, sino también de los distintos niveles universales, del inframundo a los espacios celestes, donde vuelan las aves divinas.
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